Eliseo Martínez
Ambos con rostros impenetrables. Claro, ninguna gracia si ya se conocían. Llegaron a la película el Rostro Impenetrable, donde el Marlon Brando le ajusta las cuentas al Karl Malden, resabiados. Es que con la "peliculita" que se echaron al principio, no es para menos: "A streetcar named desire". Y encima con la Vivien Leigh. Fijense como pronuncia, como pone la boquita, hurgando en su bolso, evitando la mirada del joven marino, la Blanche DuBois-Vivien Leigh pronuncia: "desire". "Desire". Claro, la Vivien Leigh, la minoca de "Lo que el viento se llevo", con el Marlon Brando y el Karl Malden. Espectaculares. Vaya como se la montan en la esquina esa en el New Orleans (el Niu Orliiiins). Claro, no es para menos, si la obra es del Tennessee Williams. El mismo de La Gata Sobre el Tejado de Cinc Caliente.
El Kowalski gritando Stellaaaaaaaa!!!, Stellaaaaaa!!. ¿Verdad que daba un poco de miedo?, como si uno presagiaba que algo no muy bueno venía: Stellaaaaaa!!!!!! Y el Karl Malden, con su mirada perdida en las almas de los Kowalski y de la Blanche. El Karl Malden miraba más que actuaba, y miraba a la siútica de la Blanche que se las daba de mira por donde. Y mira que nunca apareció la madre del Karl Malden, o de Mitch, o de quien sea. Y la camiseta del polaco Kowalski mojada, y con su cerveza gritando Stellaaaa!!! ... Y apareció el código Bonaparte y el joven vendedor, y esas cosas del Tennessee Wiiliams, casi igual al "Zoo de Cristal". Y los tios jugando a las cartas. Y la pobre Stella arreglando la ropa y el baño de su hermana Blanche... Vaya peliculita!
Y el final. mejor ni hablar...
Se dice que cuando murió James Dean en el accidente ese de la mancha de aceite en la carretera, el cine sufrió dos golpes. Uno, por la muerte misma de un gran actor del legendario Actor`s Studio que se veía como el mejor entre los mejores. Dos, el Marlon Brando quedó sólo en la escena, sin competencia, y por lo tanto su declinar fue más rápido.
La Vivien Leigh en cada pasada del "Tranvía" actúa mejor. De verdad. En este versión, mucha atención, veremos tres minutos de los que no pudo ver el Osman Cortés con su panda en el Cine Atacama, en Copiapó, por allá por la década del 50. La Vivien Leigh, esta vez viene con tres minutos más en el electrizante final.
Elia Kazan... ay... Elia Kazan. Su gran película...lástima de lo que hizo... pero en fin. A falta de no poder decir un gran hombre, digamos entonces un gran director.