La sonrisa de la Mona Lisa y la odontología
Por María Gainza (este es un extracto de su artículo titulado Lee mis labios aparecido en Internet))
Las
hipótesis médicas pululan: el doctor italiano Filippo Surano asegura que
la Mona Lisa sufre de bruxismo, ese hábito molesto e inconsciente de
apretar los dientes durante el sueño o en un pico de stress. Parece que el
obsesivo Leonardo, que eternamente insatisfecho sometía a sus retratados a
extenuantes jornadas de trabajo, llevó a la mujer al borde del surmenage
y, bajo el cansancio acumulado, ella comenzó a rechinar los dientes
produciendo la extraña sonrisa de hastío. Otro, un médico danés, sostiene
que, por lo durito del gesto, se puede aventurar que la retratada padecía
una enfermedad llamada parálisis de Bell, una contracción en la boca que
surge debido a una aguda inflamación de los nervios faciales. La
enfermedad, que según el médico afectaría el lado izquierdo del rostro de
la Mona Lisa, también se reconoce –dice él– en las manos hinchadas de la
mujer. Lo curioso es que la parálisis de Bell suele afligir a las
embarazadas. Lo que deja picando otra hipótesis.
A veces la boquita de la
Mona Lisa parece un poco forzadamente tiesa, como escondiendo algo, ¿y qué
si la señora estuviera apretando los labios, regalando esa sonrisita
austera, para esconder unos dientes negros, resultado del uso de mercurio
en tratamientos para la sífilis? Porque convengamos que la boca abierta de
par en par exhibiendo todos los dientes, aquella que inmortalizarían los
políticos a lo Ruckauf, y que hoy es una marca distintiva de belleza y
salud, no siempre estuvo tan reluciente. |