La Kim Novak no sabe bailar

(a Y.C.)

Eliseo Martínez H.

Hace mucho tiempo, pero muchísimo tiempo, por problema de la traducción y además por la emoción del final había quedado convencido de que William Holden iba a vender botones en una tienda, y que con ese trabajo iba a ser feliz con la Kim Novak. Y yo me decía "caramba, ese sí que es un final, la tía se va con un vendedor de botones". Y se veía el esplendoroso final del tren y el bus que se alejaban para converger en un pueblo lejos de allí, en un tiempo más allá del final de la película. Ya grande, cuando empezaba a sospechar que el cine iba a ser una de mis pasiones, decidí perder la ingenuidad de las películas de antaño en mi mente infantil y volver a verlas. Todas. Porque, claro, ya barruntaba que todo cambiaría, como lo fue el toque de corneta del séptimo de caballería que otrora nos hacía patear el piso del cine Alhambra, en la defensa de la caravana asediada por los cochinos y asesinos indios, que iba a ser diferente en el pensamiento de la juventud. De infancia a juventud el John Wayne puede pasar de héroe a villano entre La Diligencia y Los Boinas Verdes. Y cuando llegas a ser más grande, más que joven y tirando para adulto, te das cuenta que el John Wayne era un pobre boludo fascista. Otros, sin embargo, se reafirman en esa hermosa ingenuidad como lo conociste en el viejo cine de tu pueblo, como, por ejemplo, el James Dean. Pero, en este decidir de ver "todas" las películas que te asombraron cuando pequeño, elegí con mucho temor Picnic. ¿Sería la misma Kim Novak que bajaría bailando por la escalera para enfrentarse al tío más duro de todos los tiempos como era William Holden?

Y allí la veo, con su precioso cuerpo. Y el William Holden, el fracasado universitario que sólo sabe hacer sonar sus botas, y correr, y tirar la pelota al cesto, y ... esas cosas simples que cualquiera es incapaz, que se enamora de la Kim Novak, y la Kim Novak en el Picnic, coronada de reina, ¡putas! elige al William Holden ¡por la recresta! Y, encima, baja bailando, moviendo las caderas que no veas. Claro, es que cualquier mulata, cualquier chica de Santo Domingo o de cualquier país tirando de Perú para arriba y llegando hasta México, baila mejor que la Kim Novak... pero ¡por las recrestas! nadie le gana en bajar las escaleras a la Kim Novak... Digo, que cualquiera baila mejor que la Kim Novak una cumbia o una salsa, pero no en ese baile que baila la Kim Novak con el William Holden ... golpeando las palmas, mirando al frente... ¡putas! me dije, cuando era chico, ¡putas! si alguna vez me tengo que enamorar de una mina, que sea así, que baje por la escalera, que mueva sus caderas, me mire a los ojos, y empiece a dar palmaditas, y se ponga a bailar cadenciosamente conmigo, ¡por la recresta! Y así, ya grande, y cuatro veces al año, me pongo a ver Picnic, y empiezo a sudar cuando llega el bendito picnic y... empieza el William Holden a bailar, y desde arriba lo ve la Kim Novak, y digo, ¡chucha! si alguna vez me encuentro con una mina que me guste que sea como la Kim Novak, o por lo menos que baile como ella.

Y después del baile, y de la escapada que se pegan, -que mucho después te enteras, ya cuando eres joven, que el William Holden hizó el amor con la Kim Novak-, que deciden quedarse para siempre, y que el William Holden le gana al joven rico Clifft Robertson, ¡putas, si encima un pobre le come la color a un rico! ¡esa sí que era una película!. Y ahí nos pusimos a pensar que de vez en cuando te puedes coger una suerte, te pones a pensar, ya seas niño, joven o grande, que puedes tener la suerte de William Holden, y en un día cualquiera, como si nada, por la gracia de tu cuerpo, por esa suerte que tuviste de hacer mucho deporte, aunque te zurcieran en el colegio, en la universidad o en el trabajo, te aparezca una mina como la Kim Novak, bajando la escalera, cualquier escalera, y se ponga a bailar contigo cadenciosamente, ¡putas, compadre!

Y al final, al final de cada una de las cuatro veces de todos estos últimos años en que veo Picnic, me pongo a reir, pensando en lo huevón que era como para confundir el trabajo de botones en un hotel, que es el que promete el William Holden a la Kim Novak, a contarle a mis amigos que el William Holden había conseguido un trabajo cerca de un hotel vendiendo botones... (¿pero cuántas veces he bailado como el William Holden, eh?)