Los antecedentes

Del libro La caza de brujas en Hollywood de Román Gubern

 La violenta purga que sacudió las entrañas de Hollywood entre 1947 y 1953, diezmando intelectualmente las filas de sus talentos más valiosos, se inscribe en el vasto panorama histórico del crecimiento y consolidación en áreas del poder político norteamericano de variadas formas de la ideología fascista, que siempre ha estado presente en la sociedad capitalista norteamericana y que ha cobrado especial virulencia en los períodos de las postguerras mundiales. La primera postguerra mundial se caracterizó por una fuerte actividad sindical y luchas obreras que fueron severamente reprimidas, la segunda posguerra ha pasado a los anales de la historia de la represión por la triste "caza de brujas" maccarthysta. Ello significa que el maccarthysmo fue meramente una de las muchas variantes que puede revestir la ideología y la acción fascista en una sociedad de capitalismo avanzado, dotada de unos mecanismos democráticos excesivamente vulnerables y manipulables por parte de los poderosos grupos de presión financieros, militares y ultraconservadores que existen en su seno. Antes que la Comisión de Actividades Antiamericanas (House Un-American Activities Committee) fuese creada formalmente en 1938, en el Congreso de los Estados Unidos habían aparecido ya brotes de inspiración fascista, que arrastraron una vida mortecina y sin gran resonancia en el clima liberal de la administración de Roosevelt, consolidado en los años de la "gran depresion". De esta época, poca propicia al auge fascista data la actividad política del ultraconservador John E. Rankin, de Mississipi, diputado antisemita, antinegro y anticomunista, que desempeñó en los años treinta una premonitoria actividad pública que anunciaba tímidamente lo que sería más tarde la fiebre inquisidora del senador Joseph McCarthy.

El clima liberal del New Deal y la nutrida emigración de demócratas alemanes exiliados en Hollywood en el curso de estos años (Bertolt Bretch, Hans Eisler, Fritz Lang, Thomas Mann, Heinrich Mann, Schönberg, la actriz Helene Weigel, esposa de Bretch, etc.) había creado en esta ciudad un vivo ambiente político antifascista, que tuvo ocasión de manifestarse en el curso de frecuentes declaraciones o mítines acerca de la guerra civil española y protestas contra la dictadira de Hitler (ya en mayo de 1939, antes de iniciarse la guerra, había aparecido el film Confessions of a nazi spy, de Anatole Litvak, que provocó una protesta diplomática del gobierno alemán.) También una buena parte de la producción cinematográfica americana de los años treinta demostró una aguda sensibilidad hacia los problemas sociales y políticos (el desempleo, la crisis agraria, el gansterismo, la corrupción de la administración de la justicia o de los sistemas penitenciarios), y de esa década datan algunos de los más altos ejemplos ofrecidos por el cine social norteamericano: "Sin novedad en el frente" (All Quiet on the Western Front, 1930) de Lewis Milestone, "Soy un fugitivo" (I am a fugitive from a chain-gang, 1932) de Mervyn Le Roy, "Tiempos modernos" (Modern Times, 1936) de Chaplin, "Furia" (Fury, 1936) y "Sólo se vive una vez" (You only live once, 1936) de Fritz Lang, The Black Legion (1937) de Archie Mayo, Grapes of Wrath (1940) de John Ford, etc.

Los sectores más reaccionarios del país observaron con aprensión este desplazamiento izquierdista de Hollywood y comenzaron a ejercer presiones para frenarlo. Con ocasión de un mitin de diez mil personas del Grupo Antinazi de Hollywood, el popular cómico Eddie Cantor subió al estrado con un cheque en la mano y explicó por el micrófono: "Aquí tengo un cheque que me han ofrecido para no venir a este mitin". Presiones aisladas de este tipo, procedentes de los centros de poder de los grandes estudios, no pudieron evitar la sensibilización progresista de los sectores más dinámicos de la colonia hollywoodense, acentuada al incorporarse la nación americana a la guerra antifascista.

Sin embargo, la reacción estaba ya armándose de un modo más orgánico a través de la Comisión de Actividades Antiamericanas, creada en 1938 por la Cámara de Representantes y conocida por aquel entonces como Comisión Dies, de Texas, por el nombre de su presidente, Martin Dies, de Texas. En noviembre de ese año, la Comisión pidió que el Departamento de Estado determinara si algunas organizaciones, como el Partido Comunista de los Estados Unidos y el Bund Germanoamericano, eran organizaciones que trabajaban por cuenta de gobiernos extranjeros, violando las leyes federales. La petición del Comité armó gran revuelo, por atentar contra los principios de libertad política e ideológica amparados por la Constitución, pero con el apoyo de los oponentes republicanos y de los demócratas conservadores consiguió finalmente imponerse al presidente Roosevelt, que en enero de 1939 accedió a que se iniciase tal investigación. Tras algunas demoras y nuevas presiones de la Comisión, los Depaertamentos de Justicia y de Estado evacuaron consultas y decidieron iniciar una investigación sobre el Bund Germanoamericano, el Partido Comunista de los Estados Unidos y la Liga Americana pro Paz y Democracia. Esta última organización fue más tarde excluida, de modo que en junio de 1939 el F.B.I. recibió órdenes de iniciar sus averiguaciones sobre las dos organizaciones restantes. J. Edgar Hoover, director del F.B.I., gozaba de un historial de veterano y tenaz enemigo del comunismo, desde que en 1919 redactara un duro memorial contra el Partido. Estimaciones de su departamento evaluaban en 1939 en 70.000 el número de afiliados norteamericanos al Partido, cifra que alcanzó su máximo de 80.000 en el año 1944, según la misma fuente. Por su formación ideológica, Hoover compartía de todo corazón la tesis de "antiamericanismo" patrocinada por la Comisión Dies, según la cual la doctrina del alemán Karl Marx y del ruso V. I. Lenin eran "ajenas a la tradición americana" y que por consiguiente debíen ser extirpadas de la nación. En un discurso pronunciado en 1938, Hoover había afirmado que "el fascismo ha crecido siempre en las ciénagas del comunismo" y concluía afirmando que "no podemos tener una nación mitad americana y mitad extranjera en su espíritu".

Estaba bastante claro por aquel entonces, y lo estaría todavía más en 1947, que la Comisión Dies suponía la más eficaz concentración de fuerzas enemigas de Roosevelt y del New Deal que pudo organizarse en la anteguerra. El republicano J. Parnell Thomas (New Jersey), que la presidiría más tarde, declaró ya en 1940: "La subversión en América ha florecido bajo el New Deal; la forma más segura de desarraigarla es la desembarazarse del New Deal".

Entre los objetivos que la Comisión Dies contemplaba con mayor animadversión estaban los grupos intelectuales y centros universitarios, que son blanco tradicional y sospechosísimo de la ultraderecha conservadora. Así, por ejemplo, el Federal Theatre creado en 1935 por la Administración Roosevelt con objeto de dar trabajo a 17.000 desocupados del sector teatral, y en donde trabajaron Orson Wells y Joseph Losey, se convirtió en un centro de interés para la Comisión Dies, hasta que en junio de 1939 consiguió que el gobierno interrumpiese su ayuda económica, lo que provocó su desaparición. Otro sector que preocupaba seriamente a los hombres de la Comisión Dies era la industria del cine. Le preocupaba en particular a Edward F. Sullivan, que desde 1933 había estado vinculado a una organización fascista ucraniana, en 1935 había dirigido un mitin Bund Germanoamericano y en 1936 había participado en otro mitin antisemita en Asheville (Carolina del Norte), en el que la Administración Roosevelt fue denunciada como un "complot judeocomunista". Este caballero denunció que "todas las fases de actividades radicales y comunistas florecen en los estudios de Hollywood". La opinión de Sullivan no pasaba de ser una mera opinión y a pesar de no haberse llevado a cabo ninguna pesquisa sobre el particular, Dies publicó en 1938 un informe en que recogía tales asertos, añadiendo que "el público debía beneficiarse de tal informe", aunque él "no podía garantizar su exactitud". Pero el estallido de la guerra y la militarización del cine norteamericano, abocado hacia la urgente propaganda antifascista, paralizaron toda acción ulterior.

Los gansters del cine americano pasaron a vestir precipitadamente el uniforme militar y aplicaron su violencia y habilidad en el manejo de las armas automáticas a la guerra contra los nazis y los militaristas japoneses. Mientras esto ocurría ante las cámaras, las estrellas norteamericanas hacían pública su decisión de no llevar medias de seda como protesta contra el Japón y los sindicatos profesionales de Hollywood recaudaban fondos y redactaban panfletos, para ayudar al esfuerzo bélico. El sindicato más activo y politizado fue el de los guionistas, que promovió en octubre de 1943 un magno congreso (The Writers Congress), en el que tomaron la palabra F. D. Roosevelt, Robert Rossen, Mijail Kalatazov (futuro director de "Cuando pasen las cigüeñas"), Edward Dymitrik, Jory Ivens, Hans Eisler, el productor Louis B. Mayer, Thomas Mann, Ben Barzman y Vladimir Pozner. Ya un año antes, el 21 de julio de 1942, Chaplin había pronunciado un discurso por teléfono (larga distancia), en un mitin del Madison Square Garden, pidiendo la apertura de un segundo frente, en Europa, para ayudar a la URSS atacada por los nazis: "Sobre los campos de batalla de Rusia -declaró Chaplin- la democracia sobrevivirá o morirá. El destino de las naciones aliadas está en manos de los comunistas. Si Rusia es vencida, el continente asiático -el más vasto y rico del globo- pasará a ser dominado por los nazis. Estando prácticamente todo Oriente bajo la influencia japonesa, los nazis controlarán entonces la casi totalidad del material de guerra indispensable. ¿Qué oportunidad nos quedará entonces de vencer a Hitler?". En el marco de este clima de inflamada militancia antifascista, John Ford recibió el grado de capitán de navío y pasó a dirigir la producción cinematográfica de la U. S. Navy, mientras el coronel Frank Capra lo hizo para el Ejército y el Mayor William Wyler para las Fuerzas Aéreas.

Ante este frente arrollador, los núcleos fascistas norteamericanos tuvieron que replegarse temporalmente, pero desde 1945 comenzaron a levantar de nuevo la cabeza. En ese año, recién finalizada las hostilidades, John E. Rankin resucitó la Comisión (cuyo mandato estaba a punto de expirar) y consiguió hacer de ella una Comisión permanente de la Cámara de representantes, pasando a ser presidida por él y por J. Parnell Thomas.